LO FÍSICO: EL IMPACTO VISUAL Y EL TACTO
El impacto visual
Lo común de la cama es que es un lugar de descanso en la que se implican ciertos elementos: somier, colchón, almohada y la ropa para vestirla que se adecúe a la temporada anual. Realmente para la función de dormir, con estos elementos (y con menos) sería suficiente, pero en nuestra cultura las cosas no son tan simples como para que la hora de ir a dormir sea únicamente para eso, dormir. De nuestra cama depende también pues, nuestro estado de ánimo y, por tanto, nuestra salud mental. En este post veremos de qué manera puede afectarnos positivamente una acción que dura no más de 10 minutos, si queremos hacerlo de manera excelente.
La vista es el principal sentido por el cual conocemos nuestro entorno y valoramos (o no) cómo desarrollarnos (actuar) en él. Nos avisa y nos transmite posibles peligros o posibles oportunidades y, aunque pueda parecernos que no miramos nada, tenemos la certeza de que lo que vemos impacta en nuestro cuerpo de dos modos posibles: negativa o positivamente.
Pero, qué es una cosa y qué la otra. Para entendernos en no demasiadas palabras, algo negativo será aquello que generará malestar directa o indirectamente y, de manera contraria, positivo será aquello que genere distensión, bienestar, y hasta cierto placer, también de manera directa o indirecta.
Una cama hecha es una cama en orden y si algo da placer a nuestra vista es el orden. Por tanto, es lógico pensar que, ya no hacerla todas las mañanas sino, encontrar la cama hecha todas las noches será la previa relajante, lo que preparará al cuerpo para un sueño reparador. Dicho en otras palabras, el escenario visual de una cama hecha se traducirá al cuerpo en una sensación de relajante distensión.
El tacto
Todos los sentidos, en realidad, nos comunican con el entorno; de hecho, para eso están. Pero, algunos tienen más campo de acción y otros menos. El tacto, en el caso que nos ocupa, tiene gran relevancia ya que a través de la piel todo el cuerpo entra en contacto con las ropas de la cama (o en su caso con un pijama, que también será ropa de cama).
El tacto no genera imágenes, pero sí nos transporta en el tiempo de manera muy sutil. Entrar en la cama es como entrar en una cueva suave, cálida y protectora, que bien podemos comparar con el calor materno de nuestra infancia. El hacer bien la cama no sólo puede hablarnos de nuestro estado de ánimo en general sino de la sensación que tenemos de la propia infancia, pues el tener unas sábanas sin arrugas, aireadas con el fresco de la mañana y bien cogidas por los pies, puede bien ser un reflejo de aquello que consideramos que te protege. Así pues, prueba de regocijarte en tu cama recién hecha y notarás como su suavidad te envuelve y te devuelve esa sensación de protección que parece, en estos tiempos, perdida.

LO MENTAL: EL HÁBITO, EL CONTROL Y EL CONOCIMIENTO
El Hábito
El hábito se consigue mediante la repetición de la práctica activando un mecanismo de acción[1] automático. Pero no hay que olvidar que hemos adquirido este hábito premeditadamente porque el resultado nos da cierto placer y bienestar y porque el mismo hecho de superación también nos satisface; y la satisfacción, hemos quedado que nos gusta.
Ya no se trata, sólo, de tener la cama hecha. Ahora ya es algo personal, quiero decir que ahora me he propuesto dormir cada noche en una cama recién hecha y muy fresca.
¿Qué significa esto? Esto significa que, si he sido capaz de adquirir este hábito, llámalo equis llámalo hacer la cama, es que, casi seguro, soy capaz de adquirir muchos otros. Cualesquiera otros.
El Control
Si te gustó la primera parte de lo mental, el Hábito, no te pierdas la segunda, el Control.
Así es, el control es un producto del hábito. Esto es lógica pura. El hábito es una forma de actualizar una acción, como por ejemplo hacer la cama. Cuando ya tengo este hábito adquirido, cuando realizamos la acción de manera natural sin tener que pensar en ella, se produce la sensación de control.
El control sólo puede estar en uno mismo y salir de uno mismo (se puede intentar controlar a los demás, pero eso supondría una tarea social-evolutiva para la cual no nos da ya el tiempo vital) y todas las técnicas exteriores, como, por ejemplo, insisto, hacer la cama, han de servir para ese propósito.
El conocimiento
Es verdad que el hábito de hacer la cama puede quedarse en el control de cómo se hace, pero si vamos un poco más allá, podemos hasta conocer la cama. Conocer la cama es conocer el objeto de acción, el objeto sobre el cuál actuar; así podremos saber qué y cómo hacerlo en cada momento vital: por ejemplo, no será lo mismo hacer la cama con un propósito de descanso que hacerla con un propósito de relación. Así pues, el conocimiento mejorará la gestión.

CONCLUSIÓN: La Seguridad
Así las cosas, de resultas de hacer la cama, llegamos a la seguridad. Cómo un pequeño gesto cambia tu mundo y cómo un pequeño cambio en tu mundo cambia al Mundo entero.
Esta es la cualidad de una actitud segura de sí misma, segura de que, por lo que a su parte respecta, sus hábitos controlan la situación y que solo los fenómenos externos pueden alterar dicha situación. Pese a ese último problema, con una actitud segura se reciben y gestionan mejor este tipo de fenómenos externos.
Felices sueños.
[1] Si se mira bien este mecanismo de acción, en cualquier acción que repetimos y que no queremos repetir , puede que se encuentre el mecanismo, asimismo, de aquella acción, adquirido mediante su repetición, como por ejemplo: no hacer la cama; esto, también es un hábito.