‘Els petits canvis són poderosos’.
‘Los pequeños cambios son poderosos’.
Capità Enciam
¿QUÉ Y DE QUÉ MANERA COMEMOS?
Para hablarlo en términos filosóficos y concretamente de teoría del arte, nada menos, las categorías de las formas del comer, de las que en algunos posts ya hemos hablado, las vamos a dividir en cuatro: inorgánico-matéricamente, orgánicamente, psicológicamente o social-objetivadamente. En todas ellas podremos ver reflejadas diversas situaciones de nuestra vida; lo normal es que pasemos o paseemos por todas ellas de manera natural, seguramente todas son necesarias en un momento dado; el caso es no quedarse en ninguno de esos momentos dados encasilladamente y eso pasa por saber identificar cuáles pueden ser esos momentos (y si se pueden dar aún más). Así, detalladamente:
La primera situación, matérica, nos habla de la respuesta rápida a instintos de lucha/huida. Estamos frente a una situación de alerta continuada y sin descanso, expuestos de manera repetida (quizá durante más años de los que se imagina) y se come solo respondiendo a la demanda compensatoria o satisfactoria, pero solamente instintiva.
Aquí podemos encontrarnos en diversas situaciones: la primera es que la persona suela comer sola y no tenga nada preparado, llegue con hambre espectral y con destellos de algún anuncio de comida que habrá visto en múltiples canales de foodies. Así, cualquier cosa valdrá, y seguramente su nevera estará preparada para esta situación: yogures ricos en azúcares y grasas añadidas; harinas refinadas y azucaradas; humectadas y estabilizadas y todo eso que se hace para obtener un óptimo bollo industrial. El elemento perfecto. La segunda es que alguien le haya preparado la comida. Con toda probabilidad va a devorar ese rico y nutritivo plato y luego repetirá el paso de la primera situación (vuelva a la casilla de salida). La tercera es que sí que haya alguien en casa pero que tenga esas mismas dinámicas que la primera, así que el primer paso se volverá a dar de continuo, puesto que no se tiene ‘ese saber operacional que vincule las exigencias estratégicas (…) con las posibilidades tácticas…’[1], esto lo que significa es que no sabemos qué podemos hacer con lo que tenemos porque, puede que, ni sabemos en realidad lo que tenemos y esto es, muy seguro, porque no lo hemos mirado atentamente, con eulabeia o atención plena o cuidadosa[2].
Los alimentos que más llamarán la atención son aquellos que por su color, igual que los insectos, nos atraerá dentro del supermercado del barrio o dentro del supermercado de nuestra nevera, que viene a ser una reproducción microscópica de lo que hay afuera, si se puede hacer esa analogía. Así, la tecnología alimentaria[3] sabe qué tiene que hacer para llamar la atención de aquellas personas que comen (y seguramente también viven) en el piso de abajo del todo, es decir en la parte inorgánica (química inorgánica) aunque los resultados muchas veces pasan al plano orgánico, es decir, nos generan emociones a partir de la alteración de los órganos.
Pero bueno, como no hay mal que por bien no venga, al menos siempre, es verdad que de una complicación orgánica llegamos a saber que tenemos órganos, o al menos a prestarles un poco de atención. Y aquí podemos pasar al pensamiento orgánico a la hora de comer.
En este paso, nos encontramos con personas que sí que han prestado algo más de atención a esta necesidad de relacionar lo que se necesita con las posibilidades que se tiene a fin de escoger la mejor para el momento concreto. En el caso de ser la persona que come sola y que llega estresada, observa que (es decir, ha prestado atención a) preparar la comida, el mismo hecho de pensarlo y llevarlo a cabo ordenadamente, resulta un filtro (terapéutico si se quiere) con el que el estado de alerta continua que el mundo de afuera parece que le exige no le domine en el ámbito de lo íntimo. Así, parece que, en el caso de la forma orgánica, esta estará respondiendo a una escucha activa del cuerpo. Por tanto, nos parece que este saber interior o intuitivo lleva a crear nuevos hábitos, aunque no sea de manera plenamente consciente, o ni medianamente.
Este puede ser el punto más saludable para el cuerpo, pues los aliementos que se suele escojer son los adecuados en cada momento puesto que estamos en atención y escucha con el cuerpo. Seguramente serán personas con hábitos de alimentación saludable y vendrá a la consulta más para saber de qué manera podrían optimizar su energía en la distribución diaria de estos alimentos.
Aquí nos encontramos ante un aspecto no intuitivo sino razonado, en el que la persona come ‘para algo’ que ya no responde solamente a lo orgánico, es decir no come tanto para nutrir su cuerpo conscientemente sino para que su cuerpo aparezca ante los demás de la manera que se espera. Así, una top-model o un actor tendrán muy en cuenta su dieta low carb e hipervitaminada para que su línea y su piel luzcan lo más esveltas y luminosas posibles. También podemos encontrar al tipo que necesita pesar menos de tanto para entrar en baremo de personas ‘delgadas’ y no caer en el fofisanismo o lo que es peor, que lo encasillen como gordo. Pero también está de moda todo lo contrario, es decir, estar lo más gordo posible muy orgullosamente de seguir una alimentación nefasta. Así que las dietas, porque en definitiva las dietas son hábitos de alimentación, todas las seguimos, pero cada una con una finalidad diferente, aunque parezca que persigan lo mismo, algo así como una forma de reconocimiento a través de ciertas características morfológicas.
Así, la comida favorita de este grupo será aquella que cumpla con las expectativas sociales pero aún relativas al cuerpo, es decir al organismo individual pero visto desde una perspectiva en la que todos los demás intervienen generalmente con juicios de valor acerca del aspecto de cada una.
Este es el nivel, Maribel, más divertido y peligroso a la vez. Pues tiene tintes de compartir, de celebrar, pero también de tabúes y de escisiones entre culturas que pueden seguir trayendo desentendidos, por decirlo de algún modo. Es divertido, pues, porque cocinamos pensando en las fechas, el tipo de celebración, el tipo de comidas tradicionales y el método de concina también tradicional, esto es, no modernizado, así como una serie de complementos: por supuesto hablamos de bebidas espirituales y social-objetivadas. Las primeras, por si no está claro, son las bebidas alcohólicas también llamadas espirituales por ‘spiritus vini’ o el espíritu del vino (forma coloquial de nombrar el alcohol que deriva ya del árabe Al-kuhul-vini). En la segunda nos referimos a esas que hay en el colectivo común propuesto por las campañas publicitarias de las marcas, normalmente grandes, a saber, bebidas carbonatadas y azucaradas, con poco espíritu si se analiza con detenimiento (hablaremos de marcas en otra ocasión). Y son problemáticas precisamente por lo mismo o, mejor dicho, por el exceso de lo mismo. Del mismo modo que las anteriores propuestas, el ménú de este conjunto de personas será muy cerrado, sean cuales sean los ingredientes. Está claro que no se caerá en sacrilegios probando cosas de otras culturas o incluso intentando modernizar la receta para que no le caiga tan mal al organismo (aunque si nos fijamos en los ejemplos anteriores, será la manera de prestar atención al cuerpo orgánico); todo eso quedará descartado por el grupo por tanto, la inadaptación a los tiempos tecnológicamente modernos hará que, junto con el primero, sean los más recurrentes en las salas de espera de las consultas dietéticas.
¿Y QUÉ PASA CON LOS FOODIES?
Bueno, se sabe que los foodies o comidistas son aquellos que lo pasan muy bien comiendo, en ámbitos de filosofía se les podría conocer por hedonistas gastronómicos[4], esto lo sabemos porque necesitan compartirlo con nosotros en redes. En algún momento hemos pensado que son un poco raritos. Luego nos hemos visto siendo foodies. Y luego, por falta de buena luz, de originalidad en la cocina o de ganas de mostrarnos tanto al mundo, lo hemos dejado de ser. Pero, visto bien, bien puede ser un filtro para salir de esos dos extremos y poder hacer todo el recorrido dietético vital.
A ver si podemos explicar eso para los casos uno y cuatro.
En el primer caso, en un modo de comer matérico, devenir foodie es muy recomendable porque de algún modo se está cocinando para los demás, para todo equis, con imaginación seguro sale un plato de lo más indicado… así, ese momento de estrés se dejas atrás pensado en la receta, en la composición del plato y en dónde quedará mejor la foto si está lloviendo. Si otro alguien prepara la comida, subir las escaleras andando y pensando ya en los siguientes pasos hasta la foto con lluvia una vez está confeccionada la receta hará también de filtro o tampón antiestrés. Pero, en el caso de personas que ya lo pasan bien comiendo, grupo cuatro, lo que ellos consideran algo bien cocinado y bien combinado, subir las fotos de sus platos en pleno festival de cultural etnocentrista de amistad, hará que también suban los colores de la salsa brava o la pota rebozada con mayonesa.
Así, en el primer caso se consigue cocinar y no comer cualquier cosa envasada y en el cuarto caso se hace evidente la mala calidad de las comidas en sociedad. Cuando nos servimos de nuestro conocimiento interno y externo (de los instintos y de la normas o convenciones) la solución deja de ser un tampón a corto plazo y se convierte en una herramienta que, si no siempre es útil para todos los casos, resuelve bien los pequeños inconvenientes de la vida.
Desde luego que la vida de cada una cada una se la sabe, pero lo que podemos afirmar casi con seguridad es que en la cocina podemos recuperar el poder y la responsabilidad. Solo viendo cuán imperfecta es nuestra manera de alimentarnos podremos rectificarla, así que analizaremos esa imperfección como posibilidad de no caer en un aparente mundo cerrado donde parece que no podemos hacer nada.
‘Si alguna de nuestras disposiciones (no) halla elementos repertoriales con los que acoplarse’[5], es decir, si nos parece que hemos perdido el control sobre nuestras cosas y eso hace que nos sintamos fuera de lugar o desacoplados de aquello que habíamos construido y que estaba funcionando, aunque no de manera perfecta, es el momento de poner ‘las manos en la masa’ y buscar la manera de quitar el ‘no entre paréntesis’ para encontrar algo que pueda acoplarnos de algún modo a nuestras nuevas cosas o intentar recuperar alguna de ellas.
¡Salud en el intento!
[1] Claramonte, Desacoplados, p.103 (Tabacalera)
[2] http://jordiclaramonte.blogspot.com/2021/02/eulabeia-y-akedeia-como-claves-del.html
[3] Consiga el éxito en bebidas usando colores con etiquetado limpio (on24.com)
[4] Paloma Herrera, Emmanuel Lizcano, Comer en Utopía, Eating in Utopia, Revista Reis nº 137, enero-marzo 2012, p.87.
[5] Claramonte, Desacoplados, p.86 (Tabacalera)